Haz algo cada día que sea un poco incómodo.
¿Hacer cosas incómodas para tener más bienestar? Aunque al principio parezca una paradoja, es un hecho que un poco de variedad favorece la salud mental y nos mantiene jóvenes. Por eso le motivamos a salir de su zona de confort y atreverse a hacer algo nuevo.
Lo hemos oído muchas veces: un estilo de vida irregular, como el trabajo por turnos y nocturno, así como el estrés permanente acortan la vida. En cambio, la regularidad y la rutina pueden prolongar la esperanza de vida. Esto se debe a que las rutinas diarias fijas y los rituales recurrentes nos hacen sentir seguros y protegidos, y los niveles de estrés suelen ser menores.
Pero: la rutina también conlleva riesgos. Aunque pueda parecer insignificante, la rutina durante un periodo de tiempo prolongado también crea un cierto grado de monotonía y aburrimiento. El exceso de aburrimiento es, a su vez, un factor de estrés e insatisfacción. Por lo tanto, es aconsejable aderezar la vida con una buena pizca de variedad y renovar las actitudes.
Un poco de variedad, pues, pero ¿qué significa eso en términos concretos? Significa que debemos salir de nuestra zona de confort con regularidad. El modelo de educación experiencial de tres zonas reconoce -como su nombre indica- tres zonas en las que podemos movernos. La zona de confort es el área en la que nos sentimos cómodos y a gusto y en la que nos entregamos a nuestros hábitos.
Sin embargo, el crecimiento personal no tiene lugar aquí. Para ello, tenemos que salir de nuestra zona de confort y abrirnos a nuevas experiencias. Sólo cuando superamos los miedos y nos enfrentamos a situaciones desconocidas y a nuevos retos podemos crecer. Esto ocurre en nuestra zona de crecimiento. También es aquí donde nos motivamos y perseguimos nuestros objetivos y sueños. De este modo, reforzamos nuestra salud mental y creamos importantes condiciones básicas para ser felices.
¿Y qué hay de las nuevas aventuras? Sí y no. También debemos aceptar los nuevos retos en buenas dosis para evitar sentirnos sobrecargados o abrumados. Demasiados retos al mismo tiempo o mucho estrés y entramos en la tercera de las zonas, la llamada zona de pánico. Es evidente que esto es contraproducente para nuestro bienestar.
Dónde empiezan y terminan los límites de cada zona es individual y depende del carácter y la personalidad de cada persona. Lo bueno es que podemos ampliar nuestros límites. Si hacemos regularmente algo incómodo, pronto nos sentimos cómodos con actividades antes desconocidas. Y tenemos que gastar menos energía para hacerlo. Así que se trata de salir de la zona de confort.
Buenas razones para hacerlo son la salud, la carrera o la familia. ¿Qué tal un poco de incomodidad, por ejemplo, para empezar una nueva afición o hacer nuevas amistades? El contacto interpersonal también es un aspecto importante para el bienestar general. O mostramos nuestra apertura y flexibilidad enfrentándonos a nuestros miedos. Para empezar, puede ser un pequeño miedo. Si necesitas un empujón en la dirección correcta, también puedes salir de tu zona de confort en grupo o con amigos o compañeros. Juntos, la motivación aumenta y pueden apoyarse mutuamente.